martes, 5 de julio de 2011

Consecuencias de las dietas milagrosas

Hay algo peor que comer mucho o tener unos kilos de más: las dietas que prometen perder peso de forma rápida y sin esfuerzo.  No se puede perder en dos días lo que se ha ganado en varios meses o años, va en contra de toda lógica y de la naturaleza misma.
Estas dietas rompen nuestro equilibrio interno y pueden poner en grave riesgo nuestra salud, pues nos puede llevar a un déficit muy grave de los nutrientes que el cuerpo necesita para funcionar correctamente.
Los síntomas no se hacen esperar y pronto empezamos a sentir  malestares como cansancio, dolor de cabeza, insomnio, cabello quebradizo, uñas débiles, piel apagada, nerviosismo y mal humor. Y si la dieta se mantiene durante un periodo más largo de tiempo, los problemas pueden ser mayores: como  envejecimiento prematuro, anemia, desarreglos hormonales, mal funcionamiento de los riñones, trastornos de la alimentación, alteraciones estomacales, entre otros.
 Pero lo más frustrante es que rápidamente se recuperan los kilos perdidos  e incluso, hacen que se ganen más kilos que en lugar de ser de músculo son de tejido graso, esto puede originar problemas de salud.
La explicación a este fenómeno  es muy sencilla: cuando la persona  vuelve a comer de forma normal el organismo actúa como si ha terminado una época de escasez por lo que activa mecanismos nerviosos y hormonales para hacer frente a una nueva falta de energía y almacena reservas, que provocan un mayor rendimiento del metabolismo, un mayor ahorro energético y se incrementa el apetito.
Más allá del riesgo físico, pueden producir efectos psicológicos negativos como episodios de depresión o de ansiedad debidos a la sensación de estar atrapado en un círculo vicioso de dieta, adelgazamiento y aumento de peso o incluso degenerar en trastornos del comportamiento alimenticio,    como anorexia o bulimia,  al no conseguir la meta deseada.
Estas dietas son muy fáciles de distinguir:
Prometen perder peso de forma muy rápida (más de 5 kilogramos por mes), sin esfuerzo y sin riesgos para la salud.
Suelen estar agazapadas tras nombres de clínicas famosas, de médicos más o menos conocidos o de personajes famosos  que las utilizan, con lo que pretenden avalar la información, jugando con la credulidad de la gente y su bolsillo. No hay que olvidar que tras muchas de estas dietas hay negocios muy lucrativos.
No hay nada que permita perder peso como por arte de magia, el secreto está en encontrar el equilibrio entre un régimen alimenticio adecuado y un programa de ejercicio.
El régimen alimenticio debe de ajustarse a  las características de cada persona, por lo que debe de estar elaborado por un especialista, además debe de contener todos los alimentos necesarios para el organismo, reduciendo el consumo de grasas y azúcares innecesarios. Y, por supuesto, se necesita tiempo.
Pero lo más importante es que esa dieta nos conduzca hacia unos hábitos alimenticios sanos de por vida que nos garanticen que se mantendrá a largo plazo la pérdida de peso, si esto no se modifica seremos víctimas de las dietas que fracasan.

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